LA CRUZ Y EL DINERO

No tengo nada contra la visita de Herr Ratzinger a Madrid con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud; una de las cosas que reconoce y protege la Constitución es la libertad de culto y expresión. Lo que no me sienta nada bien es que dicha visita, con carácter exclusivamente religioso, sea sufragada en parte o en todo con fondos públicos procedentes de los impuestos de los ciudadanos, sin importar que sean católicos, mormones, musulmanes, budistas o adventistas del séptimo día; a mi leal saber y entender no es muy lógico que un musulmán, por ejemplo, tenga que pagar la parte que le toca para un evento católico, igual que vería mal que un católico pagase los actos religiosos musulmanes. En la Carta Magna se dice que "los poderes públicos mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
Si nos atenemos al texto, la santa Madre no tiene que ser la única beneficiada con subvenciones por parte del Estado, ya que las demás confesiones tienen el mismo derecho que ella. Colocar pancartas de bienvenida para el Pastor alemán o el Dalai Lama dicen bien poco del talante democrático que debe guiar las relaciones religión-Estado, pues prima a una de ellas (aunque sea oficialmente mayoritaria) en detrimento de las otras.
Estamos asistiendo a un estado de crispación provocado en parte por la prepotencia del Cardenal Rouco Varela y el resto de las jerarquías eclesiásticas (y el miedo a actuar con firmeza del Gobierno) y también por las justas protestas de quienes no se sienten representados por la Iglesia y, en consecuencia, no quieren que el dinero de nuestros impuestos sirva para financiar la kermesse vaticana, habiendo en estos momentos en el país casi 5.000.000 de parados sin perspectivas de encontrar empleo y Cáritas, por ejemplo, dependiente de la Conferencia Episcopal, no tenga dinero para seguir atendiendo a los más necesitados. Sería una buena cosa para aplacar los ánimos el que esos 50 ó 60 millones de euros que el Estado -nosotros- va a invertir en financiar parte (o todo) de tal evento se dedicase a remediar ese estado de cosas; sería una buena lección de caridad por parte de la Santa Madre y de coherencia por parte del Gobierno.
SCARPIA
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