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BIIIIIIIBA EHPAÑA

BIIIIIIIBA EHPAÑA

No sé qué es más asombroso, si la foto en sí o el grupo de militares españoles con una bandera preconstitucional (como les gusta llamarla).

A veces da la impresión de que el antiguo Régimen sigue en vigor entre algunos sectores del espectro político, así como en el Gobierno, el Ejército y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; desde el policía nacional o el guardia civil que portan una pulsera con la bandera de España -la de todos- en la muñeca (o una pegatina en la culata del arma reglamentaria)  hasta las fotos con banderas y gestos pasados estamos asistiendo al resurgir, sin ningún rubor (y al parecer sin sanciones), de modos y expresiones que ya parecían finiquitados con la llegada de la llamada Democracia.

Y lo anormal no es que miembros del partido político que sustenta al Gonierno hagan gala de sus ideas filofranco-fascistas, que también, sino que miembros cada vez más  numerosos de quienes están llamados a guardar una exquisita neutralidad dentro de sus ideas y creencias particulares, protegidas por la Constitución, estén día sí y día también haciendo apología de algo que, como mínimo, fomenta la separación de los españoles más que cualquier aspiración independentista. ¿Resurgen las dos Españas, o es que jamás estuvieron unidas?

Quienes desde fuera nos conocen -quizá mejor que nosotros mismos- estarán, seguramente, al tanto de todo ello. ¿Alguien se imagina que en Alemania o Italia los miembros del Ejército y la Policía hiciesen gala del nazismo y el fascismo de los años 20-40 del pasado siglo y se fuesen de rositas? Quizá en España se debió proceder a una desfranquización en 1978, igual que se llevó a cabo la limpieza ideológica, de símbolos y de ritos cuando acabó la II Guerra Mundial.

Sí: Alemania e Italia fueron los perdedores, quizá por eso se pudo hacer, mientras que en España continúan en candelero los sucesores biológicos e ideológicos de los que (como nos llevan recordando desde 1939) ganaron la Guerra inCivil y que no están dispuestos a que la hidra roja clave sus garras en la nación, aunque esta vez Rusia ya no sería la culpable. Urge un Código de Buenas Prácticas Democráticas que ponga a cada uno en su sitio y evite -si es que se desea, claro- que las dos Españas, rojos y nacionales, vuelvan a estar a la greña. La ley debe estar por encima de partidismos e ideologías, y más cuando los llamados a garantizar el normal ejercicio de la vida ciudadana son los que con sus actitudes añejas y patrioteras ponen incluso en cuestión la buena fe de nuestros gobernantes, sea cual sea su color. Vale.

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