OTRAS MODAS, OTROS TIEMPOS

Pues señor: érase que se era un país donde después de una guerra (in)civil estuvo mandando un general de los de Rosario antes de dormir, paseo bajo palio e Hijo Predilecto de la Santa Madre Iglesia.
Aquel general, Hijo Obediente del clero, vino en darle a la Iglesia poder sobre almas, conciencias, vidas y haciendas, de modo que la enseñanza era segregacionista, la religión asignatura obligatoria y los usos y costumbres, incluso en el vestir, los que los obispos considerasen oportunos para guardar la moral cristiana.
A la muerte del prohombre le sucedió un príncipe designado por el mismo a título de rey, aunque a la nación, acostumbrada a obedecer, no se le consultó. Cuando se proclamó como monarca al Sucesor del general hubo una especie de trágala a la que llamaron transición modélica y que costó casi 200 muertos, todos -presuntamente- a manos de la policía y las fuerzas de ultraderecha.
Se promulgó una Constitución, de la que nadie hace caso, y se dijo que todos éramos iguales ante la ley, aunque unos siguieron siendo más iguales que otros.
A los casi 34 años de su promulgación, dicha Constitución sigue siendo conculcada en forma y fondo, de tal suerte que es un tocho de papel mojado al que del rey abajo todo el mundo olvida.
Vinieron una elecciones generales y otras y otras con diversa frotuna para los ciudadanos, hasta que llegó al Gobierno un partido de nostálgicos del general y cuanto significaba y las cosas empezaron a volver por sus cauces: la Iglesia, oficialmente separada del Estado, vuelve por sus fueros y vuelve a imponer sus criterios; la Gran Patronal se sirve del Gobierno para sus fines y, como siempre, la Banca gana. Se quiere volver a la segregación educativa por sexos, a la religión en todas las escuelas y a favorecer a la enseñanza privada.
Sea mentira o verdad, eso yo no lo sé, pero tal como me lo cuentan lo traslado. Cada cual saque sus consecuencias.
SCARPIA.
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